Emigración: ¿De qué se sorprenden los demógrafos?

Hace pocos días nos enteramos que la emigración volvió a crecer durante el año 2006, el mismo año que, según las estadísticas oficiales, los indicadores nos estarían mostrando un “país de mil maravillas”. La suba, -el total de emigrantes netos duplicó al del año 2005-, se da luego de que durante el 2005, la emigración había superado a la del 2004. Así llegamos a más de 16.000 compatriotas que se fueron en la mejor etapa de su vida en busca de un destino mejor. Ante eso, los demógrafos se muestran sorprendidos, y dicen estar desconcertados para explicar las causas. Un año atrás decían no entender cómo con nuevo gobierno, con la esperanza del cambio, etc. etc. había aumentado la cifra de emigración frente al 2004, cuando gobernaba el mal, lo anti – popular. Ahora, se buscan explicaciones que, debemos confesar, con la sola lectura nos deja claro que el corazón puede más que la razón y solamente desprestigian a quienes formulan tan disparatadas hipótesis. Entre las más hilarantes está que la gente con el corte de puentes no ha vuelto, o bien se va por Carrasco y vuelve nadie sabe como, ¿en canoa?, o quizás desembarquen como los valientes en la Cruzada Libertadora en la playa de la Agraciada, un bello lugar por cierto.

Pero la explicación es bastante más sencilla. Los que emigran son en general personas con relativo buen nivel de educación, hábitos de trabajo y emprendedores. Esto implica, entre otras cosas, que son compatriotas que miran el mundo, manejan la internet y toda la información que ésta le brinda y comprenden que la política del gobierno apunta en sentido contrario a lo que sucede en el mundo; comprende que ellos y sus hijos tienen muchas más posibilidades en el exterior si el país se cierra al mundo y rechaza el comercio con los principales mercados, comprenden que el slogan “más y mejor MERCOSUR” es vacío y carente de sentido; comprenden que si no se le vende al mundo desarrollado, los precios de lo que vendemos seguirán siendo bajos y con ello, los salarios y pasividades de todos nosotros serán el reflejo de estos precios. Entienden que el actual crecimiento de Uruguay es un accidente del destino, fruto de una coyuntura internacional que quizás haga un siglo no se veía y no algo que vaya a perdurar porque no hay inversión que lo sustente. Comprenden que el gobierno entero sólo mira hacia atrás, fomenta el rencor y la confrontación. Comprenden que los demás países crecen más que nosotros, son más estables, no traban el progreso con leyes de prohibición de incorporar innovaciones por 18 meses en materia agrícola cuando, por ejemplo, Brasil al mismo tiempo prácticamente libera el mercado y por tanto brindan más posibilidades de futuro.

Cualquiera de nosotros que tenga hijos en la adolescencia cursando el liceo o los primeros años de una Universidad sabe lo que ellos piensan, hacia dónde miran, cuáles son sus planes de futuro. Naturalmente que hacemos nuestros mejores esfuerzos para retenerlos, pero la realidad es muy fuerte, ellos comprenden el mundo muy bien y la tarea es harto complicada. O vendemos desde acá lo que el mundo reclama o los nuestros irán a vendérselo en su propia casa, recibiendo por ello la paga que los haga vivir mejor.

Entonces, es bien claro, no hay nada de qué sorprenderse, salvo que la pasión política pueda mas que la objetividad técnica.